lunes, 5 de abril de 2010

Raúl Castro se atrinchera ante críticas internacionales y posterga reformas..



LA HABANA/EFE.- El presidente cubano, el general Raúl Castro, se atrincheró ante las críticas internacionales por los derechos humanos en la isla, que considera "hipócritas", advirtió que sobra un millón de funcionarios y criticó a quienes le reclaman reformas urgentes.

El general afirmó anoche que Cuba prefiere "desaparecer" antes que aceptar el "chantaje" que le hacen Estados Unidos, Europa y la oposición con "manipulaciones" sobre la vigencia de los derechos humanos y la democracia.

"Este país jamás será doblegado. Antes prefiere desaparecer, como lo demostramos en 1962", dijo en alusión a la "Crisis de los misiles", el clímax de la Guerra Fría, repitiendo una idea reiterada por su hermano mayor y antecesor, Fidel Castro.

"La vacilación es sinónimo de derrota. No cederemos jamás al chantaje de ningún país o conjunto de naciones, por poderosas que sean, pase lo que pase", aseguró el general de 78 años al clausurar en La Habana el IX Congreso de la rama juvenil del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC).

Tampoco cederá, añadió, al "chantaje inaceptable" de opositores que se declaran en huelga de hambre para pedir la liberación de presos políticos enfermos, y reiteró la versión oficial de que son "delincuentes comunes" y que, si mueren, es culpa suya y de quienes les apoyan y "financian".

"Si pretenden acorralarnos, sepan que sabremos parapetarnos", añadió quien ha sido el segundo al mando en Cuba desde hace 51 años, a la sombra de su hermano mayor.

Castro denunció "increíbles campañas mediáticas" del "enemigo" y "tergiversaciones", al responder a las críticas del Parlamento Europeo y otros organismos, gobiernos y personalidades tras la muerte en febrero del disidente preso Orlando Zapata al cabo de una huelga de hambre de 85 días.

Recordó que Cuba no cedió "ni un milímetro" cuando Washington apuntaba con armas nucleares y, según él, se disponía a invadir la isla, ni cuando se desplomó hace dos décadas la Unión Soviética, su principal aliado y proveedor, y el país entró en una profunda recesión de la que aún no sale.

El general dijo que le "repugna" el "doble rasero" de los países europeos que critican los derechos humanos y la falta de democracia en Cuba cuando allí maltratan a los inmigrantes y reprimen las manifestaciones, incluso a balazos.

Según Castro, la actual Administración estadounidense, presidida por Barack Obama, "no ha cesado en lo más mínimo el apoyo a la subversión" en la isla y mantiene el bloqueo comercial que Washington aplica desde 1962.

Por otra parte, reiteró sus advertencias de los últimos años de que la situación económica cubana es crítica, que su Gobierno no puede mantener subsidios a la población "excesivamente paternalistas" y que hay un millón de cubanos que sobran en las nóminas estatales.

Hay "plantillas infladas, muy infladas, terriblemente infladas", en casi todos los sectores, y se pagan salarios no vinculados a la producción, con lo cual no se puede evitar que se deteriore la capacidad adquisitiva del pueblo, agregó.

Insistió también en que se gastan "millones y millones" en importar frijoles y otros alimentos que se pueden cultivar en Cuba, mientras crecen las "ilegalidades" y la corrupción.

"Continuar gastando por encima de los ingresos significa comernos el futuro y poner en riesgo la supervivencia de la revolución", aseguró el presidente.

Cuba ha dejado de honrar en los últimos años sus compromisos de deudas exteriores y retiene en las cuentas bancarias de proveedores millones de euros en divisas.

Castro criticó a los "compañeros" que se "desesperan" pidiendo "cambios inmediatos", sin tener en cuenta la cantidad de asuntos que él tiene por delante para asegurar un futuro a la revolución que encabezó en 1959 Fidel, aún primer secretario del Partido Comunista.

Desde que enfermó y dejó de aparecer en público Fidel Castro en julio de 2006, su sucesor ha anunciado "reformas estructurales" que no se concretan, salvo pequeños cambios para recoger divisas, como la venta de ordenadores y electrodomésticos antes prohibidos, o la entrada de sus compatriotas en los hoteles.

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