WALDWICK, NJ/CRISTINA LOBOGUERRERO/EDLP — A sus 20 años Jennifer Rodríguez, con un brillante futuro por delante, no alcanza a entender por qué su vida cambió tan abruptamente cuando el destino la puso en el lugar incorrecto y con la gente equivocada.
La madrugada del 6 de agosto, Jennifer se montó en un automóvil que la llevaría a la casa de una amiga donde pasaría la noche. Inicialmente el conductor era otro muchacho pero a última hora el volante lo agarró un adolescente de 17 años.
A sólo dos cuadras de donde habían arrancado, el automóvil a alta velocidad dio varias vueltas y chocó contra un poste; de los cuatro pasajeros sólo tres sufrieron heridas, pero la única que quedó en estado de coma, fue Jennifer.
Por la gravedad de sus heridas, la joven entró a cirugía con poca o ninguna posibilidad de vivir. “Fueron momentos difíciles que no se los deseo a nadie, sentí que todo se me derrumbó”, recuerda en tono angustiado Nora, la madre de la joven.
Con la fortaleza y ganas de vivir que salen a la vista, Jennifer luchó durante las primeras 72 horas —que los profesionales consideran las más críticas— de ocurrido el accidente y a pesar del pronóstico médico, la joven se recuperó antes de lo previsto.
“Su recuperación es milagrosa”, escribió el cirujano en su reporte.
Por la inflamación del cerebro y el riesgo que eso implicaba, en una primera intervención, le fue quitada la mitad del cráneo, en una segunda cirugía le reconstruyeron uno de sus pómulos, la cuenca ocular de uno de sus ojos y la quijada. El golpe le afectó el oído y todavía tiene fracturada la nariz, además de no tener equilibrio, no tiene el sentido del olfato ni del gusto.
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