viernes, 11 de septiembre de 2009

Zona Cero, un túnel sin luz.


NUEVA YORK/.Fuente: Expansión.com - La reconstrucción del espacio ocupado por las Torres Gemelas hasta 2001 está en hibernación, debido a las luchas políticas entre las administraciones públicas y a las consecuencias de la recesión. La eternización de las obras fatiga a los neoyorquinos.
Once lágrimas. Así se llama el memorial construido en la Zona Cero de Nueva York por American Express, entidad que perdió a once empleados en los atentados del 11-S, hace ocho años. La escultura, obra de Ken Smith, es una lágrima de cuarzo de 272 kilos de peso, tallada con once caras, una por cada fallecido.
Contemplar la obra, situada en la torre de American Express, permite recordar algo que nunca debió suceder, emociona y provoca una ternura infinita al leer epitafios como el de Anne Talsky Ransom, “una esposa adorable, una amiga leal, una hija cuidadosa y una dueña de animal entregada”. La escultura, abierta al público pero desconocida por casi todos los turistas que visitan el solar donde hasta 2001 estuvieron las Torres Gemelas, fue inaugurada en 2003, dos años después del ataque que costó la vida a 2.752 personas.
El memorial, realizado en solitario por la entidad financiera, pudo realizarse en un plazo razonable, al contrario que la reconstrucción de la Zona Cero. Esta iniciativa, conjunta entre el sector público y la iniciativa privada, está a años luz de cristalizar, sin que exista un calendario cerrado, ni siquiera para la parte que recordará a las víctimas. El coste supera los 10.000 millones de dólares (6.865 millones de euros), 2.000 más de los previstos, y su inauguración no se realizará, como pronto, hasta 2014, con al menos cinco años de retraso.
La maqueta del complejo se diseñó con cinco rascacielos, los más altos de Nueva York, mirándose entre sí como si fueran la antorcha de la Estatua de la Libertad. Además, estaban previstos un parque como tributo a las víctimas, una estación de tren y un auditorio. La maqueta, presentada hace seis años y medio, tardará varias décadas en completarse, si es que llega a finalizarse.
El proyecto fue liderado por la clase política, con el entonces gobernador de Nueva York (George Pataki) en cabeza y con el apoyo del alcalde, Michael Bloomberg. El promotor inmobiliario Larry Silverstein sería el encargado de construir y explotar los rascacielos.
“Su objetivo era reconstruir todo el espacio de oficinas que había sido derribado con los atentados. Fue su gran error. Las prisas por lograr esta ambición provocaron que no se analizaran otras alternativas, como construir un memorial más ambicioso o crear espacios públicos permanentes. Presentaron un plan a corto plazo, irrealizable, que ni siquiera contempló las perspectivas del mercado inmobiliario a largo plazo”, explica Tom Angotti, profesor de Urbanismo de Hunton College.
Con el tiempo, las administraciones públicas se enfrascaron en varias batallas políticas en torno al proyecto. Pataki, además, dejó el cargo en 2006 y el actual gobernador, David Paterson, está mostrando una política muy errante en torno a la reconstrucción.
De este modo, hoy sólo está en construcción uno de los cinco edificios, la Torre de la Libertad. Probablemente habrá un segundo, pero el tercero ya es otra historia. La Autoridad Portuaria, agencia gubernamental que pilota el plan, sostiene que no habrá mercado en Nueva York para absorber un tercer rascacielos en la Zona Cero como pronto hasta 2030 y su construcción dependerá de la coyuntura económica.
El quinto edificio todavía es un mayor misterio, ya que la torre a la que reemplazará, el antiguo Deutsche Bank, todavía está en pie, derribándose ladrillo a ladrillo y dibujando una imagen fantasmagórica sobre la zona. Tampoco hay dinero ni proyecto definido para el auditorio y la estación de Santiago Calatrava está en revisión por su sobrecoste.
Ante este escenario, el promotor, que construye tres de las cinco torres, quiere renegociar el contrato y exige recibir más financiación pública, por 3.000 millones, algo a lo que se niegan los gobernadores de los estados afectados (Nueva York y New Jersey), pero que sí defienden las autoridades municipales de Nueva York. Silverstein ha solicitado un arbitraje para resolver la disputa.
La eternización de las obras provocará que sea difícil encontrar empresas que quieran instalarse en las torres, lo que puede forzar al sector público a asumir el espacio que vaya saliendo al mercado. Esta práctica ya sucedió cuando se inauguró el primer World Trade Center. La Autoridad Portuaria se trasladó allí para tirar del complejo con el fin de atraer después a la iniciativa privada. El sector público, no obstante, siempre fue uno de los mayores inquilinos.
La excesiva duración del proyecto fatiga a los neoyorquinos, que incluso están un poco saturados de conmemorar cada año las dos horas que cambiaron la historia de la ciudad pero que ya quieren superar. Así lo ha puesto de manifiesto una encuesta realizada por Quinnipiac University. Además, el 60% de los entrevistados no cree que los dos proyectos más simbólicos de la Zona Cero (la Torre de la libertad y el memorial a las víctimas) se construyan dentro del plazo previsto, a pesar de que estos dos elementos ya empiezan a asomar por encima de la superficie.
“Están tardando demasiado”, lamenta Richard Hamn, sentado en un parque que hay delante de las obras, donde se ha parado a leer el libro Desnudo (David Sedaris) para hacer tiempo antes de acudir a una cita en Wall Street.
John McDevitt, que trabaja en una auditora en la zona y ha acudido al mismo parque a comer un bocadillo grasiento comprado en un local de comida rápida (Subway), asegura que la Zona Cero no es el único espacio de la parte baja de Manhattan que está vacío. “La crisis está forzando a las empresas a buscar otros emplazamientos más baratos, en el centro de la ciudad o en otros estados, como New Jersey.
Los rascacielos aquí apenas llegan al 70% de ocupación”, señala este neoyorquino de 34 años casado con una puertoriqueña que hasta hace un tiempo trabajaba en Banco Santander en Nueva York. McDevitt respalda a Bloomberg y acusa del retraso de las obras a los gobernadores. Sabe que en 2010, habrá elecciones estatales. Quizá entonces se producirá el relanzamiento de la Zona Cero o, por el contrario, se realizará su revisión definitiva, algo que parece más probable.
Dos horas que cambiaron el mundoEl 11 de septiembre de 2001, hace ocho años, 19 terroristas de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones y provocaron que dos chocaran contra las Torres Gemelas (donde murieron 2.752 personas) y uno contra el Pentágono. Además, estrellaron un cuarto en un paraje rural de Pennsylvania. Los atentados conmocionaron al mundo, que asistió en directo al desplome de las Torres, símbolo del poder financiero de Nueva York y de Estados Unidos, la primera economía del mundo.
El 11-S dejó al país en estado de shock y minó la confianza de los estadounidenses en su propia seguridad. Los atentados forzaron al Gobierno del entonces presidente, George W. Bush, a lanzar una cruzada contra el terrorismo internacional, con la guerra de Irak y la invasión de Afganistán como episodios más trascendentes y dramáticos.
Todos los Gobiernos de los países desarrollados y las economías emergentes extremaron las medidas de seguridad tras el 11-S, que fue calificado por la OTAN como un ataque a todos sus miembros. El líder de Al Qaeda, Bin Laden, continúa hoy en paradero desconocido.

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