domingo, 13 de septiembre de 2009

La batalla más dura de Ali


Madrid/EFE — A Muhammad Ali jamás le temblaron los puños cuando era el ‘rey de los cuadriláteros’, donde “volaba como una mariposa y picaba como una avispa”, una definición de su estilo que él mismo patentó para deleite de sus numerosos seguidores.

El 20 de julio de 1996, el mundo contempló atónito y emocionado como Ali subía las gradas del estadio de Atlanta con la antorcha olímpica en sus manos para encender el pebetero de los Juegos.

Alrededor de 3,500 millones de personas que seguían la ceremonia por televisión vieron cómo le temblaban las manos, se identificaron con su padecimiento, pero admiraron su coraje.

El temblor se debía al síndrome de Parkinson, la enfermedad que el 9 de septiembre de 1984, hace 25 años, le diagnosticó definitivamente el doctor alemán Martin Ecker, uno de los médicos de confianza de Muhammad Ali.

Hacía tres años que Ali (que a su nacimiento recibió el nombre de Cassius Marcellus Clay Jr.) se había retirado de los cuadriláteros después de cerrar —con 56 victorias (37 por KO) y cinco derrotas— la más brillante carrera profesional de la historia del boxeo.

Muhammad Ali convivió en los últimos años de su carrera con los primeros síntomas de la enfermedad, que, en opinión de Ecker, pudo haberla adquirido durante su carrera boxística.

“Nosotros creemos que la enfermedad no la ha heredado, sino que podría haberla adquirido durante su carrera como boxeador, ya que el Parkinson puede tener también su origen en los golpes recibidos en su cabeza”, dijo Ecker al diario ‘Express’, en declaraciones recogidas el 18 de septiembre de 1984 por la agencia .

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