El homicida y suicida Ramón de Jesús Moisés, de 41 años, era nativo de Santiago y residía en Nueva York desde hace varios años. Estaba en el país hace una semana y hoy retornaría a sus labores habituales en Estados Unidos. Hace apenas tres años que se habían casado, ella por primera vez y él con un anterior matrimonio y tres hijos.
"La mató en mi propia casa, mi hija no pudo decir nada, ni siquiera la dejó gritar ni quejarse, y yo durmiendo en la habitación de lado", sollozaba el padre de la mujer Antonio Rosario, mientras un grupo de vecinas trataba de consolarlo.
La madre, Flérida Rodríguez, quien antes de salir para la Iglesia a las 6:00 de la mañana le ofreció el café al nuero que, minutos después, le mataría a la hija, entró en estado de shock, porque Ingrid nunca había salido de su lado y se dedicó a trabajar en la Empresa Álvarez Rivas y Asociados desde los 17 años. "Conoció a ese hombre y se casó hace tres años, y lo recibimos en nuestra casa y mira como vino a desgraciarnos la vida", gritaba la madre en medio de su dolor.
Los cadáveres fueron llevados a Patología Forense a eso de las 9:30 de la mañana, y el coronel Magallanes, supervisor de Herrera, y el teniente Mancedo de Homicidios iniciaron de inmediato las investigaciones.
"La mató en mi propia casa, mi hija no pudo decir nada, ni siquiera la dejó gritar ni quejarse, y yo durmiendo en la habitación de lado", sollozaba el padre de la mujer Antonio Rosario, mientras un grupo de vecinas trataba de consolarlo.
La madre, Flérida Rodríguez, quien antes de salir para la Iglesia a las 6:00 de la mañana le ofreció el café al nuero que, minutos después, le mataría a la hija, entró en estado de shock, porque Ingrid nunca había salido de su lado y se dedicó a trabajar en la Empresa Álvarez Rivas y Asociados desde los 17 años. "Conoció a ese hombre y se casó hace tres años, y lo recibimos en nuestra casa y mira como vino a desgraciarnos la vida", gritaba la madre en medio de su dolor.
Los cadáveres fueron llevados a Patología Forense a eso de las 9:30 de la mañana, y el coronel Magallanes, supervisor de Herrera, y el teniente Mancedo de Homicidios iniciaron de inmediato las investigaciones.
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