DOVER, NUEVA JERSEY/CRISTINA LOBOGUERRERO/EDLP – Además de las inclemencias del tiempo, el maltrato, la sed y el hambre, un gran número de mujeres que cruzan clandestinamente hacia los Estados Unidos son violadas por aquellos mismos a los que les pagaron para ayudarlas a pasar la frontera.
Este es el caso de una muchacha guatemalteca, que accedió a hablar con EL DIARIO/LA PRENSA, a cambio de que preserváramos su anonimato, y que ultrajada sexualmente y ahora tiene una niña recién nacida producto de esa violación. Su conmovedora historia es similar a la que vive una gran mayoría de mujeres cuando cruzan la frontera en busca de un mejor provenir.
En voz baja, con la mirada pérdida y evidenciando un notable estado de conmoción, Lourdes, que ahora vive en Dover, Nueva Jersey, relata las peripecias de un viaje que inició obligada por “la necesidad de darle comida a mis dos hijos de siete y ocho años, que por mi situación de madre soltera se hacía cada vez más difícil de poder satisfacer”.
Lourdes, de 28 años, pagó a los coyotes los cinco mil dólares que consiguió prestados y partió de Guatemala rumbo, a lo que ella califica “el país donde podría darle mejor vida a mis hijos” el año pasado. Pero el destino le jugó una mala pasada y en camino a México fue violada sexualmente por dos coyotes en dos ocasiones diferentes.
“Nadie de los que estaban en el grupo trató de impedirlo porque los coyotes andan armados y todo el mundo tiene miedo”, aseguró. “Es algo que pasa todos los días, pero uno no se imagina que le puede pasar”, agregó.
Este es el caso de una muchacha guatemalteca, que accedió a hablar con EL DIARIO/LA PRENSA, a cambio de que preserváramos su anonimato, y que ultrajada sexualmente y ahora tiene una niña recién nacida producto de esa violación. Su conmovedora historia es similar a la que vive una gran mayoría de mujeres cuando cruzan la frontera en busca de un mejor provenir.
En voz baja, con la mirada pérdida y evidenciando un notable estado de conmoción, Lourdes, que ahora vive en Dover, Nueva Jersey, relata las peripecias de un viaje que inició obligada por “la necesidad de darle comida a mis dos hijos de siete y ocho años, que por mi situación de madre soltera se hacía cada vez más difícil de poder satisfacer”.
Lourdes, de 28 años, pagó a los coyotes los cinco mil dólares que consiguió prestados y partió de Guatemala rumbo, a lo que ella califica “el país donde podría darle mejor vida a mis hijos” el año pasado. Pero el destino le jugó una mala pasada y en camino a México fue violada sexualmente por dos coyotes en dos ocasiones diferentes.
“Nadie de los que estaban en el grupo trató de impedirlo porque los coyotes andan armados y todo el mundo tiene miedo”, aseguró. “Es algo que pasa todos los días, pero uno no se imagina que le puede pasar”, agregó.
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