lunes, 17 de agosto de 2009

Tito le puso swing al Merenge Sound


Bávaro./Por Máximo Jiménez - Tito Swing era la novedad en la cartelera. En el boca a boca todos calificaban de relleno al pujante merenguero urbano en la edición del Merengue Sound celebrado el sábado pasado en el Convention Center de los Hoteles Barceló. No era para menos, porque Tito abriría la jornada que tenía por delante a dos pesos pesados: Toño Rosario y Héctor Acosta.En una hora Tito tenía que salir al escenario, estirar cuanto le fuera posible su brevísimo repertorio y enviar un mensaje a sus colegas del merengue de calle que les dejara claro que vino, y vino para quedarse. Jhoel López –cada vez más efectivo como animador– le presentó a las 10:40 p.m. y la gente empezó a agolparse frente a la tarima, expectante de lo que vería en vivo, porque Tito en poco tiempo ya tiene en su haber dos exitazos radiales, uno que honra el buen “café” que se cultiva en el país y otro que ensalza las bondades que atribuyen los niños al “bolón”. Dos “joyas” de la música popular dominicana.Sabiéndose contemplado por una batería de la crónica de espectáculos, Tito Swing salió dispuesto a echarse encima al público y ganarse el bautismo de los especialistas. Aunque a la fanaticada eso poco le importa. Ya en escena, respaldado por una banda que sorprendió por su buen sonido –con una saxofonista en su alineación–, el cantante arrancó y sin pausa y con mucha prisa despachó cinco temas que mañana muy pocos recordarán por su simpleza lírica (que no rítmica) y su intrascendencia artística. En tarima, Tito es un show. Su juventud le permite moverse con agilidad y hasta bailar como un cangrejo –toda una acrobacia que hay que ver para creer– su “Café” que hoy todos corean. Sabe que para lograr la atención de la farándula, la tiraera se hace necesaria: todos y cada uno de sus homólogos del merengue de calle –desde El Sujeto hasta Omega– reciben su andanada verbal y el público se lo vacila, pero a medias, porque Tito todavía es joven en la escena como para criticar a los más veteranos. Agotado su limitado repertorio, Tito echa manos a un homenaje al verdadero “padre del merengue”, Johnny Ventura, segmento que aprovechó para demostrar sus habilidades como músico, tocando la güira, el timbal, el piano y la trompeta. Todos los toca, con el impulso del principiante. La gente se lo gozó, aunque no tanto como aplaudió sus coreografías y pasos estrambóticos, porque Tito también baila y se considera como el “único” mambero que habla inglés. Toda una hazaña. Su participación se acercaba a la hora, y en el lugar se respiraba un deseo casi generalizado de que Tito terminara con su turno, quizás porque empalaga con su verborrea inagotable y arrogancia propia de un cantante nuevo en el bloque, pero que empieza a saborear las mieles de esa fama que quizás sea más fugaz que las estrellas siderales. Tito es lo nuevo en el ambiente, refrescante, con más talento del que muchos piensan. Puede permanecer si madura y crece artísticamente. Y no se le puede regatear el calificativo de que es el “ma’ loco e’ to’”.Terminó a las 11:40 de la noche, y la gente quedó exhausta, pero el Merengue Sound --que había iniciado su jornada el viernes con Cherito-- siguió su curso recibiendo a Toño Rosario y más tarde a Héctor Acosta, quien retrasado por problemas en el sonido, reconfirmó que es el más popular y respetado del mercado.

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