sábado, 22 de agosto de 2009

Familia de preso que se suicidó demanda respuestas


Nueva York/Carmen Alarcón/EDLP — El pasado 5 de agosto Jessie Ramírez amaneció muerto colgando de las sábanas de su cama en la prisión de Rikers Island.
A las 7:45 p. m., Oscar Segarra, su hermano, recibió en su casa a tres agentes del Departamento de Correccionales que le informaron del suicidio.
“El necesitaba de las pastillas antidepresivas y le fallaron en la cárcel”, aseguró Segarra, quien contó cómo a Jessie le negaron las pastillas y afirma que esa es la razón del suicidio.
Jessie Ramírez de 34 años, oriundo de Brooklyn, de madre dominicana y padre puertorriqueño, se quitó la vida el pasado 5 de agosto a las 4:45 pm., según informó la Oficina del Forense de Nueva York.
Siete meses antes, en febrero, Ramírez ingresó a Rikers bajo cargos de posesión de drogas y conspiración, los cuales estaba peleando, según Segarra.
Jesse esperaba salir bajo fianza después de comparecer frente al Tribunal de Libertad Condicional el día después de su muerte.
“Estaba contento”, dijo Segarra al contar la conversación telefónica que tuvo con Jessie la noche anterior, en donde le pidió que fuera su patrocinador para cubrir la fianza. Dice que el 23 de julio, la última vez que vio a Jessie con vida, él estaba muy diferente, enfermo y con la cara hinchada por un forúnculo que le trataron en el hospital Bellevue.
“Me dijo que tenía ataques de ansiedad y que necesitaba su medicina”, dijo Segarra y cuando le sugirió pedirlas en la cárcel, Jessie le contestó: “A ellos no les importa”.
“Sólo podemos confirmar que lo encontramos en su celda y nada más”, dijo Stephen Morelos, Portavoz del Departamento de Correccionales de Nueva York, entidad que supervisa las 14 cárceles de Nueva York y sus 13,158 reos.

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