lunes, 20 de julio de 2009

El sueño de niño muerto en Capotillo era comprar casa


Josefina Encarnación describe ante el procurador fiscal, Alejandro Moscoso Segarra, cómo trató de salvar la vida de su hijo.

Santo Domingo/Listindiario/Viviano de León.- El deseo de vivir de Miguel Ángel Encarnación superaba el de otros jóvenes de su comunidad porque tenía un gran compromiso y una meta que cumplir: ganar el primer lugar en la competencia de skateboard, deporte que practicaba, para con el premio que obtuviera comprarle una casa a su madre, Josefina Encarnación.

Se trata del niño de 13 años que murió en medio de una protesta en el barrio Capotillo de la capital, fruto de los impactos de balas que surgieron de los efectivos policiales cuando intentaban sofocar las manifestaciones.

El niño Encarnación no era un joven de esos que se meten en problemas, pues se pasaba los días en su oficio de limpiar zapatos para comprar sus útiles escolares, ropas y para ayudar a su madre, quien se dedicó en cuerpo y alma a echarlo hacia delante.

Así lo narró la misma doña Josefina Encarnación, en medio de llantos frente al fiscal del Distrito Nacional, Alejandro Moscoso Segarra, quien encabeza la comisión designada por el procurador general de la República, Radhamés Jiménez, para investigar la muerte del niño y la del joven de 29 años, Carlos Francisco Peguero, quien también cayó durante las protestas.

La justicia
“Ese verdugo le tiró a mi hijo por detrás y me lo mató como un animal, como un ladrón y yo no quiero que eso se quede así. Yo quiero que se haga justicia, que metan presos a los culpables”, exclamó doña Josefina, refiriéndose a quienes mataron a su hijo, presuntamente de la Policía Nacional. Precisó que le troncharon la suerte a su hijo y ahora ella no tiene nada ni a nadie, por que él era con lo único que contaba.

“Ya se me acabó todo lo que tenía, no tengo más nada, me destruyeron la vida, y ahora, por quien yo voy a luchar, no tengo una garantía para mi futuro”, sostuvo la señora que no podía contener el llanto.

Dijo que escuchó al agresor de su hijo decir: “tú veras, tú veras como esto se va a acabar, voy a matar uno”, y ahí mismo sonaron los disparos que alcanzaron a su hijo inocente y distante de todo lo que estaba ocurriendo.

De acuerdo con la narración de la señora Encarnación, cuando mataron a Miguel Ángel, el agente policial que acusa del hecho supuestamente pidió a sus superiores que fueran a “recoger uno que maté”, lo que su madre interpreta como un crimen y que lo hicieron como si se hubiese tratado de un animal.

“Ese niño no era ladrón, no era drogadicto, yo tengo pruebas de que mi hijo no era mañoso. Mi hijo lo que hacía era que andaba con su skateboard debajo del brazo y su cajón de limpiar zapatos en su otra mano para ayudarme”, explicó.

Narró que en la última competencia que participó Miguel Ángel se ganó el tercer lugar y le pidió que lo felicitara y que tuviera presente que cuando ganara el primero compraría una casa.

“Mira mami, felicítame que ya yo me gané la tercera, en la segunda tú verás que te voy a traer 200 mil pesos y cuando gane la primera te voy a comprar una casa, te voy a comprar una casa mami, tú lo verás”, recordó la señora que le dijo su hijo rebosante de felicidad.

Defensa
Precisó que siempre le enseñó a su hijo que su norte y objetivo principal para vivir de una manera sana y digna debía ser el trabajo y nunca pensar en robar ni en hacer lo mal hecho, como las drogas y la delincuencia.

“Desde que mi hijo nació yo me dediqué a trabajar para darle que comer y llevarlo al tamaño que tenía para que ahora venga uno que no sabe los esfuerzos que yo había hecho a matármelo. Ese criminal...

ahora yo soy una madre destruida y lo único que pido es justicia y que ese señor pague por lo que le hizo a mi hijo, un niño joven que tenía mucho deseos de vivir”, concluyó la señora Encarnación, quien ahora vive sola en la calle Seis número 19 del sector Capotillo, “en una humilde casita y sin esperanzas”.

El deceso de Miguel Ángel ocurrió el pasado viernes, esa misma noche hubo encendido de velas, no solo en Capotillo, sino en el ensanche Naco, lugar donde tenía amigos con quienes practicaba skateboard.

A sus 13 años este niño no solo se había ganado el cariño tanto de su barrio, sino de sectores de clase alta que veían en él a un adolescente prometedor.

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