miércoles, 24 de junio de 2009

No más familias rotas por inmigración


CRISTINA LOBOGUERRERO/EDLP/NEW BRUNSWICK, NUEVA JERSEY — Si a los hermanitos Espinosa se le presentara un hada madrina, el único deseo que tendrían para pedirle es que permitan que su mamá regrese de México, a donde fue deportada hace año y medio.
A pesar de su corta edad, saben muy bien que las hadas no existen y ahora toda su esperanza la tienen cifrada en el presidente Barack Obama y su promesa de impulsar una reforma migratoria, que para ellos significaría volver a ver a su mamá.
Joselyn, de 15 años, es la mayor de los seis hermanos, todos ciudadanos americanos, sus ojos tristes se iluminan cuando habla de su mamá, María, a la que llama a Puebla por teléfono una vez por semana y por la que llora cada vez que habla con ella.
Alex, Charles, Anthony y Michael de 14, 10, 9 y 7 años, respectivamente, extrañan mucho a su mamá. “Queremos abrazarla, soñamos con abrazarla”, repiten una y otra vez, al tiempo que suspiran.
La única que aparentemente no tiene registrada la imagen materna es Giselle, la más pequeña de todos, que a sus casi tres años de edad, su familia sólo consiste en sus hermanos y su papá.
Los esposos Espinosa emigraron a los Estados Unidos, desde Puebla, México, hace 16 años, parte de los que María se dedicó a cuidar de sus hijos. La niña mayor se graduó de la escuela intermedia y los otros niños, a excepción de la pequeña de tres años, acuden a la escuela en los grados quinto, cuarto y tercero.

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