viernes, 19 de junio de 2009

La palabra "ilegales" podría salvar a Sammy Sosa de prisión

NEW YORK. Sammy Sosa estaba en la República Dominicana hace dos semanas, cuando ESPNdeportes.com lo cuestionó sobre el uso de esteroides, y Sosa diestramente respondió las preguntas sin realmente contestarlas. "Yo siempre jugué con amor y responsabilidad y les aseguro que no contesto ni hago caso a rumores. Si en el futuro apareciera algo feo (en mi contra), lo vamos a enfrentar de inmediato, pero con toda la fuerza, porque no dejaré que nadie empañe lo que hice con hombría en el terreno de juego", dijo Sosa. No mintió, necesariamente, como lo hicieron Rafael Palmeiro y A-Rod, ni como Jason Giambi un año antes de confesar. Pero suponiendo que Sosa sabía que había salido positivo en el 2003, actuó, por lo menos, de forma engañosa. Y Sosa podría haber mentido o no en la triste audiencia del Congreso de Estados Unidos el 17 de marzo del 2005. De la historia de Michael Schmidt en The New York Times: En la audiencia, Sosa testificó que "todo" lo que había escuchado "sobre esteroides y hormonas de crecimiento humanas es que son malas para ti, incluso letales" y que "nunca metería algo tan peligroso como eso" en su cuerpo. "Para ser claro", agregó, "Nunca he tomado drogas ilegales para mejorar el rendimiento. Nunca me inyecté a mí mismo ni nadie me ha inyectado con nada". La palabra "ilegales", un término cuidadosamente elegido, podría ser lo que lo salve de prisión, de la misma manera que "a sabiendas" obró a favor de Barry Bonds. Sosa es el séptimo de los 10 grandes jonroneros de su generación que han sido ligados, de una u otra manera, con el uso de drogas para mejorar el rendimiento. Pero fue más allá de empañar su propio legado. Sosa y Palmeiro y muchos otros han deslustrado los logros de toda una generación, e incluso en el retiro, siguen proyectando sombras. Cuando Raúl Ibáñez y otros se sienten blancos de especulaciones de esteroides, como el jonronero de Filadelfia la semana pasada, no deberían culpar a blogueros como Jerod Morris. Deberían culpar a los hombres que dañaron la credibilidad de los jugadores. Levanten el teléfono y grítenle a A-Rod. Levanten el teléfono y grítenle a Sosa. Apunten su ira hacia Palmeiro. La próxima vez que los Filis jueguen contra los Dodgers, Ibáñez debería cruzar el campo de juego y decirle a Manny Ramírez que sus excusas son ridículas e inaceptables, y que no aprecia cómo engañó a sus pares en el sindicato de jugadores.
De Buster Olney/ESPN

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