Christina Ricci es todo morbo, un ejemplo de la belleza más compleja, de la belleza fuera de los cánones habituales.
No es ni rubia, ni alta, ni tiene un cuerpazo, pero ¡amigo!, tiene un encanto especial, al que otras aspiran pero al que ninguna llega.
A mí me encanta su mirada, entre insinuante y asustadiza, entre invitándote y asustándote, entre guapa y guapísima.
También adoro su media sonrisa, de esas que no sabes si te va a matar o si te vas enamorar de ella.
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