lunes, 25 de mayo de 2009

Forzados a empeñar los recuerdos

CRISTINA LOBOGUERRERO/EDLP
NORTH BERGEN, NJ — Henry Salvador llevaba colocada con orgullo su cadena de oro desde hacía más de 15 años y nunca se imaginó que tendría que desprenderse de ella para comprar comida, teniendo que aceptar $712, que asegura, no paga el valor sentimental de su prenda.
Helena Albarracín también lucía a diario y con mucho orgullo el anillo que heredó de su abuela, que tampoco se imaginó que se vería forzada a vender para pagar parte de su renta atrasada. En este caso, recibió unos escasos $475.
“No tengo mucho de donde escoger”, asegura suspirando esta mujer de 32 años de origen venezolano.
“Me quedé sin trabajo en enero y el dinero del desempleo no me alcanza para cubrir mis gastos; me duele mucho desprenderme de una pieza que tiene mucho significado, pero estoy muy necesitada”, explica.
Como estos dos casos, son muchos los que a diario vive de cerca Rudy Santos, propietario de una joyería de la avenida Bergenline, en North Bergen. A él acuden muchos clientes para vender sus prendas de oro para poder subsistir.
“He visto a muchísimos de mis clientes con lágrimas en sus ojos entregarme joyas que para ellos tienen un valor sentimental incalculable y que tienen que vender porque no tienen ni para comer”, relata.
El negocio de Santos, en el campo de la compra de oro a clientes, se ha incrementado en un 75%, calcula.

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