domingo, 10 de mayo de 2009

Esclavitud entre flores


Nueva York —Detrás de las flores bellas que muchos estadounidenses regalan en el Día de la Madre, hay 96,000 mujeres que las cuidan y cortan. Muchas de esas trabajadoras son madres solteras como yo, Amanda Camacho. Estoy aquí en los EE.UU. en una gira para denunciar a las condiciones de esclavitud que verdaderamente existe en el sector de floricultura.
Madres, como yo, se levantan a las 4 a.m. para dejar todo listo para sus hijos que no pueden ver durante el día ya que sus jornadas de trabajo serán de 6 a.m. a 8 p.m. en épocas de grandes ventas como es este 10 de mayo. Debemos cortar 350 a 400 flores por hora y con tanto recargo laboral muchas mujeres sufren de dolores de la espalda y síndrome del túnel carpal.
El calor, el olor a químicos y pesticidas nos acompañan en los invernaderos que son tiendas gigantes de plástico que protegen las plantaciones en la sabana de Bogotá y una de ellas es Agrícola Papagayo.
Algunas compañeras embarazadas no van a los chequeos prenatales porque si lo hacen son despedidas y vi el caso de una que perdió su bebé en la plantación, cumplió la dieta y al regresar fue despedida.
Ir al baño o tomar agua es una infracción intolerable. Nos ilusionamos con llevar más de los $8 dólares diarios que ganamos (el valor de un ramito de claveles aquí) con las horas extras pero como el gobierno de Alvaro Uribe extendió el día laboral de las 6 a.m. a las 10 p.m. por lo que no pagan extra-time. Para colmo, las horas las ponen en un banco de tiempo compensatorio para las temporadas bajas de trabajo y salir un poco más temprano cuando los patrones lo decidan. Hay muchas más injusticias. Para exigir una vida mejor por nuestros hijos y exigir la dignidad que merecemos, logramos organizar el sindicato Asopapagayo a pesar de las trabas de la oficina gubernamental de la protección social (debería llamarse patronal) y somos parte de UNTRAFLORES.

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