miércoles, 14 de enero de 2009

En Carta Pastoral, Iglesia Católica preocupada por últimos escándalos en el país


SANTO DOMINGO.- La Conferencia del Episcopado Dominicano se mostró preocupado este martes por los últimos acontecimientos que han producido “escándalos” en el país, y proclamó la necesidad de evangelizar a la nación para poner en alto los valores culturales, “en este tiempo de tanta incertidumbre”.
Aunque no entraron en detalles sobre los acontecimientos ocurridos, y que prometieron hablarán oportunamente, los obispos estiman necesario evangelizar a los empresarios, los funcionarios gubernamentales, la fuerza del orden público y el poder judicial, la población urbana y rural, las familias, los jóvenes e inmigrantes.
“Son muchos los ambientes en los que hay que hacer un mensaje claro de un Cristo Vivo, con un mensaje capaz de ofrecer esperanza al mundo”, precisan los obispos en su Carta Pastoral, al tiempo de deplorar las “manifestaciones descaradas” como el narcotráfico, la corrupción administrativa y la indiferencia; el tráfico ilegal de personas y la prostitución; el sexo desenfrenado y el aborto, la infidelidad matrimonial, la violencia intrafamiliar, el alcohol, las drogas, la pornografía, el crimen y el abuso infantil.
La preocupación de la iglesia está contenida en la Carta Pastoral de la Conferencia del Episcopado Dominicano, con motivo de la festividad de Nuestra Señora de la Altagracia, cuyo título es “Pablo, Modelo de Discípulo Misionero”. Esto porque su Santidad Benedicto XVI ha declarado este año, como Año Paulino, para conmemorar los 2000 años del nacimiento del Apóstol San Pablo.
La finalidad de la Carta Pastoral, explica el Episcopado, “es orientar a nuestro pueblo creyente, presentando una orientación cristiana e iluminando nuestra realidad dominicana a la luz de del mensaje cristiano”.
Tras afirmar que la sociedad está enferma, y en la que se expande el desierto espiritual a causa de la presencia de antivalores existentes en las “nuestras comunidades”, la Iglesia Católica enfatiza que “una pérdida progresiva de los valores morales y espirituales ha ido produciendo en el mundo una cultura centrada en la codicia, el poder, el desenfreno y el egoísmo que está en la raíz del estremecedor terremoto financiero, que repercute en todo el mundo”.

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