miércoles, 19 de noviembre de 2008

Culto al cuerpo.

Está claro que hacer ejercicio es bueno, tonifica los músculos, mejora el ritmo cardíaco, nos alivia del maldito estrés... en fin, que nos aporta, si no forzamos la máquina, multitud de beneficios.
Pero ¿qué ocurre cuando se convierte en una obsesión, cuando se llega al punto en el que se quiere cada vez más a costa de lo que sea? Pues que se corre el riesgo de caer en las garras de una nueva enfermedad denominada vigorexia, y llegar a esto:


Habrá a quien le gusten estos cuerpos -a sus dueñas está a la vista que sí- pero, particulamente, a mí no.

















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