miércoles, 15 de octubre de 2008

Celos, amor enfermizo


¡Tanto se ha dicho y escrito en torno a los celos! Alguien incluso llegó a decir que son “la sal del amor“. Pero antes de entrar en el tema, pongámonos de acuerdo en algo: cualquier sentimiento que involucre “posesión” del otro, nunca serán beneficiosos para la pareja. Nunca.
Dicho lo cual, comenzaré por mencionar que la psicología define a los celos como la sensación de que una persona a la cual estamos ligados afectivamente, entrega a un tercero, cosas que deseamos para nosotros mismos (puede ser afecto, atención, tiempo, etc.)
Socialmente existe una tendencia a pensar que los “celos son buenos“, “ser algo celoso está bien”. El problema llega cuando cuesta definir con precisión los límites de lo saludable.
Bajo ningún concepto, ni muchos ni pocos, los celos pueden ser considerados como benéficos para una relación de pareja. Su presencia implica una disputa por el poder y una manipulación consciente del comportamiento del otro. Estas emociones jamás podrán enriquecer una relación.
Culturalmente estamos programados para abordar relaciones monogámicas y esto de por sí, genera conflicto. Cuando estos conflictos llegan al lecho, la vida sexual se torna prácticamente imposible.
Casos patológicos de celotipia han llegado a obligar a la pareja a estar sexualmente con otra persona para concretar las fantasías de quien celaba y poder “celar con motivo”.
No te confundas: si tu pareja te cela, te controla, te interroga y desconfía de tu comportamiento, estás envuelt@ en una relación que tarde o temprano irá al fracaso.
Sólo las relaciones basadas en la confianza, el respeto y la diversidad pueden ayudarnos a crecer como personas libres de amar a quien deseamos, sin tener que dar jamás explicaciones por ello.

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